Un Capitán Trueno, un billete de mil pesetas, una pistola para silicona y un bote de leche condensada.
Sólo les daban mil pesetas para salir, tenían que repartirlas entre ellos.
Daban para la guagua, un vaso de refresco y elegir entre el cine o, la discoteca. Eran otros tiempos.
Lo del capitán Trueno acompañado de otros superhéroes internacionales salía gratis, gracias a los préstamos de amigos y amigas más pudientes. Algunos, de tanto manoseo, venían pegados con pistola de silicona.
La leche condensada no entraba en el presupuesto para la cesta de la compra y, aún hoy, sigue sin estar; salvo en raras ocasiones. No es buena para la salud y hay un ratóncillo que, como pillé la lata, se la zampa en dos cafés o, en tres leche y leche.
Daban para la guagua, un vaso de refresco y elegir entre el cine o, la discoteca. Eran otros tiempos.
Lo del capitán Trueno acompañado de otros superhéroes internacionales salía gratis, gracias a los préstamos de amigos y amigas más pudientes. Algunos, de tanto manoseo, venían pegados con pistola de silicona.
La leche condensada no entraba en el presupuesto para la cesta de la compra y, aún hoy, sigue sin estar; salvo en raras ocasiones. No es buena para la salud y hay un ratóncillo que, como pillé la lata, se la zampa en dos cafés o, en tres leche y leche.
Olivia Falcón.
Derechos Reservados®
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