Los abuelos eran de otro mundo,-pensaba-
mientras se entretenía jugando con unas fichas de scrabble.
Abuelo, como hombre
de campo, siempre lleva el cuchillo canario, enfundado en la vaina y colgado de
la faja que sujeta sus pantalones. Ya no recorre las laderas buscando hierba
para las cabras, pero es de costumbres, se sentiría desnudo si la dejase atrás.
En sus tiempos, le gustaba reunir a todo el mundo alrededor de la mesa; abrir una botella de vino con el sacacorchos y echar unos eyesques jugando a la baraja. No entendía a su biznieto, tampoco a su nieto e
hijo, con tanto jueguecito moderno. Decía para sí mismo -no importa, están - .
Mientras tanto, la
abuela, ( hija del abuelo), cosía un encaje antiguo que, previamente, había
descosido de un camisón de su madre, para confeccionar un disfraz de
carnavales.
Olivia Falcón
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