La verdad es que no era muy amiga de
hacer crucigramas pero, ese día le tocaba turno en el hospital, así que compró
una revista de crucigramas y sopa de letras, lo metió en el bolso, disponiéndose
a subir al acensor; le esperaba una larga vigília.
Al llegar a la habitación de su
padre, después de plantarle un beso en la frente y darle el desayuno, miró por
la ventana y se percató que, en el terrenito circundante había un majestuoso
drago.
Lo que no esperaba era el zeppelin que sobrevolaba, en esos momentos, el edificio. Se dijo que eso
era imposible, a no ser que estuvieran rodando una película de la 1ª Guerra
Mundial y no le prestó mayor importancia.
Se dió media vuelta dispuesta a
sentarse para intentar hacer algún ejercicio, antes que llegara el amuerzo, si
no para qué la compró.
Entonces se llevó su segunda
sorpresa; encontró un perenqué muy bien instalado en la pared a los pies de la
cama. Soltó todo lo que llevaba en las manos, salió pitando de la estancia para
pedir un cepillo a las limpiadoras. Ya con él, volvió junto a su padre, atrapó
al pobre animalito soltándolo por la ventana.
El zeppelin había desaparecido
mientras, el drago seguía en su sitio incolumne, testigo mudo de todo.
Olivia Falcón
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