viernes, 2 de octubre de 2020

Las crónicas de Gara

La Pelúa. Hola a todo el mundo. Sigo con mis crónicas. Sí, ese es el nombre que mamá le ha puesto a estos escritos míos. Ya se sabe, a las mamás hay que rendirles votos de obediencia. Mi abuela suele decir: “soy tu madre aunque tengas las barbas de San Pedro”. ¡Imaginen!. No sé cuánto le va a durar esta cosa, así que aprovecho para alegar un pizco con ustedes. No se aturullen si en lo sucesivo salto para adelante o voy para atrás con las historias, suelo tener algún que otro desencuentro con las fechas, por ello no pondré ninguna. Eso es lo que conlleva la convivencia con Olivia, como ya sabrán es mi mamá humana. Ella, es básicamente ordenada con un punto caótico que, en sí misma, puede ser un oximorón.- Ven lo que les digo-. Algo se pega. Se ha vuelto un poco loca desde que su amigo, Antonio Arroyo, le dedicara un poema del poeta chileno, Mario Meléndez, sobre su gato-escritor, al que intenta robar los versos. Es decir, esto no es nada nuevo. ¡Ya me entienden!, salta a la vista. Yendo a lo nuestro. Haciendo alarde de mi condición felina, la independencia es lo mío. Eso no quita que a la hora de dormir busque mi sitio, encima, al costado, a los pies, en la almohada, (sobre la cabeza de ya saben quién). La cuestión es estar al calorcito y cerca, muy cerca. Por supuesto, ronronear,- eso se me da de escándalo-. Mi madre siempre dice: “Ya tiene los motores en marcha”. A ella parece que le gusta, porque no deja de sobarme, de la cabeza hasta la punta de la cola, mientras susurra: “¡ay!, mi pelúa”. Ese es mi alias. Gara, “la pelúa”. Es evidente el por qué del “dichete”, apodo o como quieran llamarlo. Algo muy típico de Las Canary Island. Qué quieren que les diga. Más ronroneo yo. Olivia Falcón Derechos Reservados®

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