jueves, 11 de julio de 2019

Señales.

Imagen tomada de Internet. 



Hace más de treinta años que decidió no confesar sus pecados con un sacerdote. Se dijo, como muchos, que no roba, ni mata. Por lo tanto era suficiente hablar, directamente, con El Hacedor. Tampoco es de las personas que van, religiosamente, todos los domingos a Misa. No es de su agrado el cura que imparte el culto en su lugar natal. Se pone de los nervios con lo que larga por su boquita, aprovechando el lugar, privilegiado, que le concede El Altar.
Pero, hace algún tiempo descubrió que le gustaba escuchar, La  Omilia, en otro lugar sagrado y de gran fervor para los habitantes de su país. Así que se acercaba, a La Basílica, a participar de La Eucaristía. Todo bien hasta hace una semana. 
Mientras escuchaba las lecturas le rondaba la idea de volver a comulgar pero, algo cambió cuando el cura, en su discurso, nombró el tema de las denuncias a miembros de la Iglesia por pederastia. No se le ocurre otra cosa que decir que eso no servía para nada. ¡Con lo bien que iba en su diatriba de acercarse a Dios y dónde estaba!. Contuvo las ganas de saltar y sencillamente dejó de escuchar.


Olivia Falcón
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