Extinción.
A Zoraida le contaban que su tatarabuelo, un tal Segismundo Monavide, fue un hombre muy importante. No tuvo hijos varones, sólo cinco hijas y ellas también dieron a luz a niñas. Al morir se llevó la pena por no perpetuar su apellido.
Por lo visto era un ser soberbio, egocéntrico y machista. Era tal su megalomania que mandó a esculpir una estatua suya en pose muy significativa, una espada en su mano izquierda y el brazo derecho extendido; con el dedo índice señalando sus dominios. Esta obra es lo único queda.
Zoraida, cuando pasa delante de ella no inclina su cabeza en señal de sometimiento o admiración, sino para que no vean como se ríe.
Piensa en todas las mujeres de su familia, en su cariñoso padre y en su hermano Adam.
Por lo visto era un ser soberbio, egocéntrico y machista. Era tal su megalomania que mandó a esculpir una estatua suya en pose muy significativa, una espada en su mano izquierda y el brazo derecho extendido; con el dedo índice señalando sus dominios. Esta obra es lo único queda.
Zoraida, cuando pasa delante de ella no inclina su cabeza en señal de sometimiento o admiración, sino para que no vean como se ríe.
Piensa en todas las mujeres de su familia, en su cariñoso padre y en su hermano Adam.
Olivia Falcón
Derechos Reservados®
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