Está en la tesitura de si convertirse en la bruja que
el aquelarre espera, o coger su Harley y largarse a recorrer la Ruta 66,
Amityville, el Londres más oscuro o al Womad de Las Palmas de Gran Canaria.
Es la noche indicada, la luna es
propicia y el agua ya hierve en la marmita; empieza a echar los ingredientes del
hechizo cuando le vibra el móvil, guardado en el bolsillo izquierdo de su
chupa. Es “el motorista fantasma”, apodo de Rodrigo, su novio motero. Quiere
saber si llegará pronto a casa para la cena.
Ella, se recoge el pelo con un
coletero, sube a su dama metálica y deja al móvil, al caldero y al aquelarre
que se cuezan juntitos.
Olivia Falcón
Derechos Reservados®
Una narración muy bien lograda. Corta y con la descripción necesaria para situarnos en el ambiente creado. Logras con la narrativa ser tan genial como con la poesía. Te felicito.
ResponderEliminar